Misericordia / Hartos de soñar y despertar
la niña anunció al mundo la ausencia del amor…
ella es la misma que nos quitó el aliento con su presencia,
hay que dejarla llorar,
como si ignorásemos la brevedad de sus años
y tuviéramos la máscara prolija del traidor.
Era nuestro sol que hasta ayer añadía pasión a los días
y fiebre malaria a la razón.
Los ojos sólo deben cerrarse para dormir.
Son flechas enemigas las que atraviesan el firmamento de la ilusión
y nos arrastran hasta el canto de sirena de los sueños.
Cada mañana nos encontramos con un libro abierto
que debiera estar cerrado
y llevar la máscara del traidor,
borrar una palabra dulce y dejar
al sentimiento marchitarse,
esto resultó mal a todo esto.
El canto de sirena aquél
nos lleva al acantilado de los soles ponzoñosos
como aquel que hasta ayer añadía pasión a los días.
No abran el corazón mío pues sería un fastidio.
Al final dejemos que las lágrimas tomen su curso
y cerremos para irnos a dormir.
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