( I )
Miren una lámpara que fenece
háganla tira.
Ha terminado la noche
y despertamos siendo los mismos
que nuestros abuelos;
arropados entre diarios
irreconocibles por el sol y manchas de té.
Entre el descarte
y el derroche de cachivaches,
en baldíos,
en lugares comunes,
apegados al muro sin habla sin hospedar escarabajos.
Tropel sonoro de dedos
En el muro
tras glorietas de falsos gladiolos ,
acallando la chasquilla de mequetrefe,
pisando ondas ,
las que dibujando
en el aire andrajoso
hacen los dedos andariegos.
Un perfil de marfil frente al mar
su nariz de Catulo vuelto a mirar
me fijo,
su frente refleja la gran plata del frente,
allí mis ojos dirijo
y recuerdo los días hábiles sin congestión,
la restricción y todo eso.
Lo divertido es quizá la campana que se hunde en el mar,
y no es tan divertido ,tal que ,
quizás los velos se rasguen a los catorce,
en una playa
y el recuerdo del deseo te pille
arriba de una micro,
que lo guarde en su banco de datos algún ojo mágico.
Las torres canallas,
la torre ahí el calor
la posada con fugaces luces más allá ,
el templo que se desmorona,
pienso
les digo ,
quiero mencionarles
a la Hija de Dios
quien bailaba en el calor de la mente,
devolvió al sol su belleza áurea,
vino trayendo el gozoso austro,
en desvelos lunares o al asomo del lucero,
aljofarando lo rojo que se escurre por todo el cuerpo santo
como antes o todavía
con la misma calentura ya mencionada
por la Perlita, la fuente la primera.
Distilando ahora,
pero fermentando en lo callado,
los vientos nacientes de junio otra vez para mí...
encontrándome a mí.
Y su baile de octubre acariciando el silencio,
entonces ,luego a la izquierda señor chofer,
donde el Cabro lavaba sus mangos.
El chico se come al grande,
o a veces el grande al chico, pero no importa,
por lo general ninguno está atento
a lo que silban las sirenas.
( II )
Retrocediendo,
no rewind no otra tecla ,
digamos,
oye,
a tres cuadras atrás…
cerca del pedazo de cerro cerrado .
en algunos accesos listos,
libres y desprovistos de suelas de pacos,
en la penumbra de párpados cerrados,
con parchecurita
ahí las palabras viven y mueren cercanas.
No sabemos bien
si por ahí caminaría la Hija de Dios
con pies descalzos
y su piel tan piel tal, sin velos ligeros,
ojalá frotarse dulce con los velos
ojalá de la boca hacerse prisionero,
en su fruta latiendo el estío .
La llave amarga llevando al hijo a una colina
su daga de piedra dibujando la garganta,
hasta la próxima vez que exista un padre
parecido a la lluvia.
La llave al hijo llevaba
a dibujar una garganta.
Me retrolleva a cierto desértico cielo.
Miles de estrellas lagrimales
en miles de mejillas únicas…
ninguno se detiene a observar si viene o no
el relámpago animal
que tres veces golpeaba a la puerta.
Miles de estrellas
y la nieve es eterna
en su demora,
el cerro se prende cerca de las ocho,
las botas livianas se tragan el cansancio de las horas,
lejanas,
ningún tipo te ofrece una niña por una hora.
La llama tierna vive oculta,
en el montón de nieve,
* parte de Canciones de la juventud,
o La vida real o bien de Romanos & Arabes.
No lo sé. Nunca lo sabremos.
la niña anunció al mundo la ausencia del amor…
ella es la misma que nos quitó el aliento con su presencia,
hay que dejarla llorar,
como si ignorásemos la brevedad de sus años
y tuviéramos la máscara prolija del traidor.
Era nuestro sol que hasta ayer añadía pasión a los días
y fiebre malaria a la razón.
Los ojos sólo deben cerrarse para dormir.
Son flechas enemigas las que atraviesan el firmamento de la ilusión
y nos arrastran hasta el canto de sirena de los sueños.
Cada mañana nos encontramos con un libro abierto
que debiera estar cerrado
y llevar la máscara del traidor,
borrar una palabra dulce y dejar
al sentimiento marchitarse,
esto resultó mal a todo esto.
El canto de sirena aquél
nos lleva al acantilado de los soles ponzoñosos
como aquel que hasta ayer añadía pasión a los días.
No abran el corazón mío pues sería un fastidio.
Al final dejemos que las lágrimas tomen su curso
y cerremos para irnos a dormir.